"...Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador..." (Miguel de Unamuno)


jueves, 26 de marzo de 2015

Llegada

 
  




Al alargarse la tarde,

la luz, gélida y amarilla,

baña las serenas

fachadas de las casas.

Canta un tordo,

rodeado de laurel

en el jardín ancho y pelado,

y su voz ahora en el aire asombra a los edificios.

Pronto será primavera,

pronto será primavera…

y yo, cuya infancia

es un tedio olvidado,

me siento como un niño

que aparece en una escena

de reconciliación entre adultos,

y no entiende nada

más que las insólitas carcajadas,

y comienza a ser feliz.

Philip Larkin
 
 
 
 
 

4 comentarios:

  1. Me gusta este poema.
    Y si, de niño uno ansia las reconciliaciones de los adultos.
    Quizás más de lo que debiera.

    Besos.

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    1. Bueno, Toro, no todo sucede cuando queremos ni debemos juzgar, era su vida, tú vive la tuya como te parezca adecuado...

      Besos, Toro. Y no seas impaciente.

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  2. La primavera produce ese efecto, todo lo rejuvenece, hasta el espíritu. Interesantes imágenes.
    Saludos cordiales

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    1. Gracias, Julia, es un efecto que transmite muy bien este poema.

      Un beso

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