"...Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador..." (Miguel de Unamuno)


domingo, 31 de marzo de 2013

¡Felices Pascuas!

 


 
 
 
Los narcisos simbolizan el renacer y la vida eterna que es relevante para el sentido cristiano de la Pascua. Los narcisos también florecen en la primavera. De acuerdo a las creencias cristianas, la flor floreció durante la resurrección de Cristo.
 
 
 
  J. S. Bach: Oratorio de Pascua


¡Felices Pascuas!
 
 
 

 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Las telas bordadas del cielo


 
Cármenes
 
Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies.
Pero, siendo pobre, solo tengo mis sueños.
He extendido mis sueños bajo tus pies;
pisa suavemente, pues pisas mis sueños.
 
(W. B. Yeats)
 

 

viernes, 22 de marzo de 2013

Tiempo de narcisos

 
 
 

 
 
Los narcisos


Erraba solitario como una nube airosa
que flota sobre valles y apacibles collados,
cuando de pronto vi, en hueste numerosa,
un trémulo tropel de narcisos dorados,
en la orilla del lago, tras la fronda indecisa,
ondulando y danzando al soplo de la brisa.

Continuos como estrellas que lucen en la noche
y que en plena Vía Láctea chispean a porfía,
en línea interminable y en profundo derroche
se extendían al borde de una clara bahía,
los veía a millares perderse en la lontananza,
moviendo sus cabezas en vivísima danza.

Las olas junto a ellos danzaban sin reposo,
pero ellos les ganaban en sutil alegría.
¡No podía un poeta sino alentar dichoso
en una tan jocunda y jovial compañía!

Yo gustaba -y gustaba- en abstraída calma,
que tesoro esa vista le dispensaba al alma.
Por eso con frecuencia, cuando estoy acostado,
con ánimo vacante o hilando un pensamiento,
en mi visión interna el  cuadro renovado
trueca mi soledad en puro encantamiento;
y el corazón conoce los goces más remisos
y danza alegremente unido a los narcisos.


William Wordsworth (1770-1850)
Selección de María Esther Mezzini de Irigoyen 
 

 
 
 
 
 
Un hermoso campo de narcisos en la película Big Fish
 

 


 

jueves, 21 de marzo de 2013

¡Feliz primavera!








Voces de primavera, Johann Strauss



Flores en la montaña de Gete




martes, 19 de marzo de 2013

La canción de Aengus errante

 



 
Me fui al bosque de avellanos,
pues dentro ardía mi mente,
y corte y limpié una vara
y enganché una baya a un hilo;
y mientras volaban las polillas blancas
y las estrellas como polillas titilaban,
arrojé la baya a una corriente
y capturé una pequeña trucha de plata.







Cuando la hube dejado en el suelo,
fui a encender el fuego,
pero algo crepitó
y alguien me llamó por mi nombre:
se había convertido en una muchacha  de tenue brillo
con flores de manzano en su cabello,
que me llamó por mi nombre y corrió
y se desvaneció en el aire que aclaraba.






Aunque he envejecido vagabundeando
a través de hondonadas y montañas,
descubriré  dónde se ha ido,
y besaré sus labios y le tomaré sus manos;
y caminaré sobre  hierbas de colores,
y recogeré, hasta el fin de los tiempos,
las manzanas plateadas de la luna,
las doradas manzanas del sol.


William Butler Yeats
 
 


 
Música: De Ce Nu VII (romanza)
Imágenes: El bosque de El Faedo 
 
 
John William Waterhouse. La flor de los vientos

 
 
 
 

viernes, 15 de marzo de 2013

Algo inesperado: una tormenta

 
 

 
 
 

"En la gruta del rey de la montaña ", Edvard Grieg, Peer Gynt, suite nª 1, op. 46. 
 

Magnífica descripción de una tormenta en la montaña
Es así, tal cual.
 
 
Sabía que algo inesperado podía ocurrir, y apenas se atrevía a desear que no tuvieran alguna aventura horrible en aquellas grandes y altas montañas de picos y valles solitarios, donde no gobernaba ningún rey. Nada ocurrió. Todo marchó bien, hasta que un día se encontraron con una tormenta de truenos; más que una tormenta era una batalla de truenos. Sabéis qué terrible puede llegar a ser una verdadera tormenta de truenos allá abajo en el valle del río; sobre todo cuando dos grandes tormentas se encuentran y se baten. Más terribles todavía son los truenos y los relámpagos en las montañas por la noche, cuando las tormentas vienen del Este y del Oeste y luchan entre ellas. El relámpago se hace trizas sobre los picos, y las rocas tiemblan, y unos enormes estruendos parten el aire, y entran rodando a los tumbos en todas las cuevas y agujeros, y un ruido abrumador y una claridad súbita invaden la oscuridad.
Bilbo nunca había visto o imaginado nada semejante. Estaban muy arriba en un lugar estrecho, y a un lado un precipicio espantoso caía sobre un valle sombrío. Allí pasaron la noche, al abrigo de una roca; Bilbo, tendido bajo una manta y temblando de pies a cabeza. Cuando miró fuera, vio a la luz de los relámpagos los gigantes de piedra abajo en el valle; habían salido y ahora estaban jugando, tirándose piedras unos a otros; las recogían y las arrojaban en la oscuridad, y allá abajo se rompían o desmenuzaban entre los árboles.
 
 
CAMINO DE SAN MARTÍN- SOL Y CABALLOS
Sol y caballos, camino de San Martín de la Tercia

  
Luego llegaron el viento y la lluvia, y el viento azotaba la lluvia y el granizo en todas direcciones, por lo que el refugio de la roca no los protegía mucho. Al rato estaban todos empapados hasta los huesos y los poneys se encogían, bajaban la cabeza, y metían la cola entre las patas, y algunos relinchaban de miedo. Las risotadas y los gritos de los gigantes podían oírse por encima de todas las laderas.
   
J.R.R. Tolkein, El Hobbit
 
 
 
 

lunes, 11 de marzo de 2013

Sosiego

 
 

Primavera en Fontún

 

Es maravillosa, una bella carta de amor... 
 
 

 
   
 
 

sábado, 9 de marzo de 2013

Anagke

 
 
 
 

 
Dios sabía lo que hacía cuando creó los gavilanes, aunque se coman las palomas... 
 

Y dijo la paloma:
—Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
en el árbol en flor, junto a la poma
llena de miel, junto al retoño suave
y húmedo por las gotas de rocío,
tengo mi hogar. Y vuelo
con mis anhelos de ave,
del amado árbol mío
hasta el bosque lejano,
cuando, al himno jocundo
del despertar de Oriente,
sale el alba desnuda, y muestra al mundo
el pudor de la luz sobre su frente.
Mi ala es blanca y sedosa;
la luz la dora y baña,
y céfiro la peina;
son mis pies como pétalos de rosa.
Yo soy la dulce reina
que arrulla a su palomo en la montaña.
 
 
 



 
En el fondo del bosque pintoresco
está el alerce en que formé mi nido;
y tengo allí, bajo el follaje fresco,
un polluelo sin par, recién nacido.
Soy la promesa alada,
el juramento vivo;
soy quien lleva el recuerdo de la amada
para el enamorado pensativo;
yo soy la mensajera
de los tristes y ardientes soñadores,
que va a revolotear diciendo amores
junto a una perfumada cabellera.
Soy el lirio del viento.
Bajo el azul del hondo firmamento
muestro de mi tesoro bello y rico
las preseas y galas:
el arrullo en el pico,
la caricia en las alas.
 
 

 



Yo despierto a los pájaros parleros
y entonan sus melódicos cantares;
me poso en los floridos limoneros
y derramo una lluvia de azahares.
Yo soy toda inocente, toda pura.
Yo me esponjo en las alas del deseo,
y me estremezco en la íntima ternura
de un roce, de un rumor, de un aleteo.
¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque a Flora
das la lluvia y el sol siempre encendido:
porque siendo el palacio de la aurora,
también eres el techo de mi nido.








¡Oh, inmenso azul! Yo adoro
tus celajes risueños,
y esa niebla sutil de polvo de oro
donde van los perfumes y los sueños.
Amo los velos, tenues, vagorosos,
de las flotantes brumas,
donde tiendo a los aires cariñosos
el sedeño abanico de mis plumas.
¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.
¡Feliz, porque de dulces ansias llena
calentar mis polluelos es mi orgullo;
porque en las selvas vírgenes resuena
la música celeste de mi arrullo;
porque no hay una rosa que no me ame,
ni un pájaro gentil que no me escuche,
ni garrido cantor que no me llame.

—¿Si?—dijo entonces un gavilán infame,
y con furor se la metió en el buche.

*

Entonces el buen Dios, allá en su trono
(mientras Satán, para distraer su encono
aplaudía aquel pájaro zahareño),
se puso a meditar. Arrugó el ceño,
y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
que cuando creó palomas
no debía haber creado gavilanes.
 
 
Rubén Darío
 



 
 

jueves, 7 de marzo de 2013

Música tradicional leonesa III



 

Manantial La Jarda entre Cordiñanes y Caín
 
 
 

 
 
Cordiñanes. Valle de Valdeón
 
Música: María, María. Grupo folk La Braña
 



 
 

viernes, 1 de marzo de 2013

El dulce milagro


 
 

 
 

LA NIEVE
 

La nieve es el agua cansada
de correr...
La nieve es el agua
detenida un instante –agua en un punto.
El agua ya sin tiempo y sin distancia.


 Poemas sin nombre. Dulce María Loynaz

 
 


 
EL DULCE MILAGRO

 
¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto,
y de dicha alterno sonrisa con llanto,
y bajo el milagro de mi encantamiento,
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
"¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!"

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende,
que no nacen rosas más que en los rosales,
y que no hay más trigo que el de los trigales!

Que requiere líneas y color y forma,
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: "Voy con la dulzura",
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: "Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen".
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!

 
Juana de Ibarbourou