"...Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador..." (Miguel de Unamuno)


martes, 19 de marzo de 2013

La canción de Aengus errante

 



 
Me fui al bosque de avellanos,
pues dentro ardía mi mente,
y corte y limpié una vara
y enganché una baya a un hilo;
y mientras volaban las polillas blancas
y las estrellas como polillas titilaban,
arrojé la baya a una corriente
y capturé una pequeña trucha de plata.







Cuando la hube dejado en el suelo,
fui a encender el fuego,
pero algo crepitó
y alguien me llamó por mi nombre:
se había convertido en una muchacha  de tenue brillo
con flores de manzano en su cabello,
que me llamó por mi nombre y corrió
y se desvaneció en el aire que aclaraba.






Aunque he envejecido vagabundeando
a través de hondonadas y montañas,
descubriré  dónde se ha ido,
y besaré sus labios y le tomaré sus manos;
y caminaré sobre  hierbas de colores,
y recogeré, hasta el fin de los tiempos,
las manzanas plateadas de la luna,
las doradas manzanas del sol.


William Butler Yeats
 
 


 
Música: De Ce Nu VII (romanza)
Imágenes: El bosque de El Faedo 
 
 
John William Waterhouse. La flor de los vientos

 
 
 
 

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