"...Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador..." (Miguel de Unamuno)


miércoles, 30 de abril de 2014

Un libro abierto




Rachmaninoff - Sinfonía No. 2 - Mvt. 3 - Adagio


Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza. 

J.J. Rousseau





martes, 22 de abril de 2014

Sinfonía del río

 
 
 

  
 

La tierra estaba seca.
No había ríos ni fuentes.
Y brotó de tus ojos
el agua, toda el agua.
 
 
Luis Alberto de Cuenca
 


Río Torío, entrada a las Hoces de Vegacervera



 Los pobres y los necesitados buscan agua y no la hay,
su lengua por la sed está reseca.
Yo, el Señor, los atenderé;

 yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Alumbraré corrientes sobre las crestas,
    manantiales en medio de los valles;
   convertiré el desierto en estanques,
y la tierra seca en fuentes de agua.

 Pondré en el desierto cedros,
   acacias,  mirtos y olivos;
colocaré en la estepa cipreses,
álamos junto con bojes,

 para que vean y conozcan,
adviertan y comprendan a la vez
que la mano del Señor hace esto,
   y el Santo de Israel lo crea.

 
Isaías 41, 17-20
 
 
 
 
 

sábado, 19 de abril de 2014

Pascua florida







PASCUA FLORIDA

Así llamaba el lenguaje popular a las fiestas pascuales. El antiguo catecismo había recogido la expresión cuando prescribía a los creyentes "comulgar por Pascua florida". Es un nombre plenamente justificado, porque la Pascua coincide con la estación en la que tras el letargo invernal, la naturaleza vive, de forma repentina y casi inesperada, la explosión de color, formas, perfumes, vida y belleza que denominamos primavera. "Pascua florida" une en perfecta armonía la fiesta cristiana, litúrgica, y la experiencia natural, profana, que subyace a ella. A mi me sugiere un problema que el clima de secularización de la cultura impone de forma cada vez más aguda a las comunidades cristianas, y una pista -lo confieso, sólo incierta y germinal- para encontrarle respuesta.

El problema es la tensión cada vez mayor entre el ideal litúrgico (¡la fiesta de las fiestas!); y la cruda realidad que la reduce para la mayor parte de sus miembros, por presión social, por necesidad real, o por las dos cosas a la vez, a unas breves vacaciones de primavera. Las respuestas que encuentran la mayor parte de las familias cristianas para no renunciar a los polos de esa fuerte tensión es incluir en el programa de las vacaciones fiestas y espectáculos tradicionales, generalmente procesiones, y asistir en condiciones mucho menos favorables que las de sus lugares de origen a la celebración de oficios religiosos masivos y muy poco participados.



Valle de Arbas
 


"Pascua florida" orienta hacia otra solución de esa tensión inevitable. La Pascua cristiana incorpora la conmemoración del Éxodo del pueblo de Israel, de las fiestas con que pastores y agricultores saludaban el renacimiento de la vida en las crías y en el brotar de las flores y sementeras, y la experiencia más general que supone para los seres vivos la primavera. Una invitación a hacer aflorar a la conciencia la necesidad de vida, de renovación que llevamos dentro de nosotros y que la Resurrección del Señor viene a confirmar y realizar en un nivel insospechadamente más profundo; una invitación a vivir la Pascua en esas experiencias humanas que son el encuentro con otros caminantes mientras volvemos a casa tal vez un poco desesperanzados, la escucha de palabras que ponen en ascuas nuestro corazón, ·la invitación a nuestra mesa a personas que pasan a nuestro lado, el compartir el pan que abre nuestros ojos, nos llena el corazón de alegría y nos hace decir con todo el convencimiento: "verdaderamente ha resucitado el Señor". ·La celebración sosegada, ya de vuelta en nuestras comunidades cristianas, de la cincuentena pascual nos permitirá después compartir con los hermanos y hermanas creyentes la fe y la esperanza pascuales y contarnos unos a otros cómo cada uno, a su modo, hemos reconocido o vamos reconociendo al Señor en nuestras vidas, de trabajo o de vacaciones, al compartir el pan.
 
Juan Martín Velasco


 
  
J.S. Bach: Oratorio de Pascua
 

¡Felices Pascuas!
 
 
 
 
 

martes, 15 de abril de 2014

Sublime gracia







Sublime gracia del Señor que a un infeliz salvó.
Estuve ciego, mas hoy miro yo, perdido, y Él me halló.

Su gracia me enseñó a temer, mis dudas ahuyentó.
¡Oh, cuán precioso fue para mi ser al dar mi corazón!

En los peligros o aflicción que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libró, y me guiará feliz.

Y cuando en Sión por siglos mil, brillando esté cual sol,
yo cantaré por siempre allí, Su amor que me salvó.



Amazing Grace (literalmente "Asombrosa Gracia") es un himno cristiano conocido en la mayoría de los países hispanohablantes como "Sublime Gracia" y en otros como "Amor Divino".

Fue compuesto hace más de 200 años por el clérigo protestante y poeta inglés John Newton (1725-1807). Esta composición nació como un poema y no se conoce a ciencia cierta su melodía original. Es más, ni siquiera se sabe si desde un principio tuvo una. La inspiradora historia de esta canción la escribió a partir de su impactante experiencia personal...

Al componer "Amazing Grace", se inspiró en la infinita y hermosa grandeza de la gracia, bondad y misericordia de Dios, que experimentó en carne propia, al transformar el Señor su vida de manera radical. Dios le perdonó, rescató, preservó y restauró. 
De llevar una turbulenta vida, de ser un hombre cruel, pasó a convertirse en un fiel y devoto cristiano que entregó su vida al Señor y le sirvió hasta el día de su muerte.

Unas de sus últimas palabras recogen  la esencia del mensaje de su himno:

“Mi memoria casi se ha desvanecido, pero recuerdo dos cosas:
que soy un gran pecador, y que Cristo es un gran Salvador.”


 


jueves, 10 de abril de 2014

Primavera amarilla






Abril venía, lleno
todo de flores amarillas:
amarillo el arroyo,
amarillo el vallado, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía.


 
Valle de Arbas con zapatitos de la Virgen


El sol unjía de amarillo el mundo,
con sus luces caídas;
¡ay, por los lirios áureos,
el agua de oro, tibia;
las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!

Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles; el día
era una gracia perfumada de oro,
en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas.


Juan Ramón Jiménez
Poemas Májicos y Dolientes (1909)



 

sábado, 5 de abril de 2014

En la montaña



 
Sara  está en la montaña.  Karen Holingsworth
 

El secreto

¿Qué confiesa el viento a los árboles?
¿Qué declara la marea contra el río?

¿Qué significa el suspiro de la brisa que pasa?
¿Por qué la hierba se estremece?
¿No has oído el angustioso canto
de las flores que dicen, adiós, adiós?

Escucha como la gris paloma gime su pena
bajo la bóveda del bosque;
escucha el balanceo de las hojas que caen,
escucha el lamento del amante.
¿Es que no entiendes el mensaje
de la marea, la brisa y el ave?

Ven, ven hacia el banco del río,
ven en la mañana desnuda;
ven cuando la hierba se baña con el rocío
-allí encontrarás una advertencia-
una pista en el beso que flota
sobre el secreto que las aves y las brisas soportan.

 
Emily Dickinson