Al alargarse la tarde,
la luz, gélida y amarilla,
baña las serenas
fachadas de las casas.
Canta un tordo,
rodeado de laurel
en el jardín ancho y pelado,
y su voz ahora en el aire asombra a los edificios.
Pronto será primavera,
pronto será primavera…
y yo, cuya infancia
es un tedio olvidado,
me siento como un niño
que aparece en una escena
de reconciliación entre adultos,
y no entiende nada
más que las insólitas carcajadas,
y comienza a ser feliz.
Philip Larkin
Me gusta este poema.
ResponderEliminarY si, de niño uno ansia las reconciliaciones de los adultos.
Quizás más de lo que debiera.
Besos.
Bueno, Toro, no todo sucede cuando queremos ni debemos juzgar, era su vida, tú vive la tuya como te parezca adecuado...
EliminarBesos, Toro. Y no seas impaciente.
La primavera produce ese efecto, todo lo rejuvenece, hasta el espíritu. Interesantes imágenes.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Gracias, Julia, es un efecto que transmite muy bien este poema.
EliminarUn beso