Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.
Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.
Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.
Antonio Gamoneda
Precioso el árbol y los reflejos, preciosos. Las hojas caen, pero ´vuelven porque el árbol permanece. El poema es muy bonito y delicado. Todo se comprende desde el corazón.
ResponderEliminarMuchos besiños, querida Rosa, desde el corazón
Sí, Gamoneda tiene toques muy bellos, y sí Militos el corazón es la clave.
EliminarBesiños que ya sabes que salen del corazón, muy, muy...