LA luz del mediodía,
como un pájaro ciego,
se sostiene en lo más alto del aire.
Las raíces del mosto sacan agua
de las profundidades de la tierra.
Hay un hermanamiento,
una especie de familiaridad entre las cosas
que conforman el mundo,
como si cada una cuidara de la otra,
como si la alegría en la que viven inmersas
fuera un logro de todas,
la conquista de una comunidad.
Acercarnos con afecto a las cosas
nos permite intimar con lo sagrado
que permanece en ellas.
La mañana está en deuda con la cosecha de las flores.
El que entiende de pájaros entiende de narcisos.
Basilio Sánchez
como un pájaro ciego,
se sostiene en lo más alto del aire.
Las raíces del mosto sacan agua
de las profundidades de la tierra.
Hay un hermanamiento,
una especie de familiaridad entre las cosas
que conforman el mundo,
como si cada una cuidara de la otra,
como si la alegría en la que viven inmersas
fuera un logro de todas,
la conquista de una comunidad.
Acercarnos con afecto a las cosas
nos permite intimar con lo sagrado
que permanece en ellas.
La mañana está en deuda con la cosecha de las flores.
El que entiende de pájaros entiende de narcisos.
Basilio Sánchez
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