"...Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador..." (Miguel de Unamuno)


jueves, 29 de agosto de 2013

El sapo





Os dejo un sapo, en pequeño, por si no os gusta. Vive feliz, en Villamanín, como nosotros cuando podemos acercarnos. La sensación de percibir el sol matinal bajo un cielo azul intenso, es la felicidad...




Una canción entrañable que cantaba y canto con mi hermana, me encanta: Sapo cancionero.

Cuando era pequeña y mi madre me ofrecía algo que consideraba bueno, y yo  lo rechazaba, me decía: "A un burro le hacían obispo y lloraba". Siempre me pareció una tontería. Pensaba: seguro que el burro no quiere ser obispo, que es más feliz siendo burro. Nos reímos al recordarlo. 

Como este sapo, que está encantado de ser sapo:


 El sapo verde

Ese sapo verde
se esconde y se pierde;
así no lo besa
ninguna princesa.

Porque con un beso
él se hará princeso
o príncipe guapo;
¡y quiere ser sapo!

No quiere reinado,
ni trono dorado,
ni enorme castillo,
ni manto amarillo.

Tampoco lacayos
ni tres mil vasallos.
Quiere ver la luna
desde la laguna.

Una madrugada
lo encantó alguna hada;
y así se ha quedado:
sapo y encantado.

Disfruta de todo:
se mete en el lodo
saltándose, solo,
todo el protocolo.

Y le importa un pito
si no está bonito
cazar un insecto;
¡que nadie es perfecto!

 ¿Su regio dosel?
No se acuerda de él.
¿Su sábana roja?
Prefiere una hoja.

¿Su yelmo y su escudo?
Le gusta ir desnudo.
¿La princesa Eliana?
Él ama a una rana.

 A una rana verde
que salta y se pierde
y mira la luna
desde la laguna.

  Carmen Gil


 


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